Criar y parir no es lo mismo. Ser madre no es siempre equivalente a haber parido. Parece una tontería, ¿verdad? Pero aún hoy es curioso que haya tantos prejuicios acerca de otras formas de maternidad. Me ha ocurrido que me han dicho (y no una vez, ni dos, ni tres) que tener hijos biológicos no es lo mismo que adoptar (naturalmente, si fuera lo mismo no serían cosas distintas) y que un hijo adoptado nunca será igual que un hijo «tuyo». Y lo decían haciendo mucho hincapié en el «tuyo». También me ha ocurrido que cuando he expresado mis dudas sobre la maternidad me han respondido con cosas como: «Bueno, no te preocupes, siempre podrás adoptar», como si criar a un hijo adoptado fuese una forma descafeinada de maternidad.
Para mí no lo es. Cuando expreso dudas sobre la maternidad no son dudas sobre la maternidad biológica, sino sobre si quiero (ese querer incluye muchos otros verbos: ser capaz, estar preparada, desear, estar dispuesta...) hacerme responsable de otra vida, con todo lo que eso conlleva, comparta conmigo genes o no, apellido o no. Así que ese será otro puente que tendré que cruzar cuando decida si quiero criar o no: ¿Qué intento? ¿Adoptar? ¿Acoger? ¿Quedarme embarazada?
Si te soy sincera, las dos primeras opciones me plantean bastantes menos problemas morales. Me resulta más coherente con lo que pasa por mi cabeza criar a un niño o niña que ya esté en el mundo y que necesite una familia que traer otra vida a este mundo que, me vais a perdonar el pesimismo, no tiene muy buena pinta que digamos.
Me llama la atención, sobre todo, la acogida. Hace unos años, en el trabajo, tuve contacto con unas alumnas que habían sido acogidas por una pareja. Poco a poco fui conociendo algunos detalles de su historia y me convencí de que esa acogida (que no era para ellas la primera ni mucho menos) había sido un verdadero salvavidas. Sus padres, como los llamaban, sin apellidos, les habían cambiado la vida hasta un límite insospechado. En aquel momento me dio tan fuerte su historia que me convencí de que iba a acoger. Pero cuando puede que se esté acercando el momento de planteárselo en serio se ha apoderado de mí el vértigo.
Pero claro, acoger, como todas las formas de maternidad, tiene sus pegas. Una de ellas es que tienes que estar a la altura de las necesidades de esa criatura que puede ser que haya pasado por circunstancias impensables. La otra es que la acogida no es una adopción y no tiene por qué desembocar en ella (de hecho en muchas ocasiones no ocurre). Eso implica que esa niña, ese niño, desaparecerá de tu vida. Eso tiene que dejar un hueco enorme. He hablado de esto con una alumna: su familia acoge y habla con un cariño de «sus niños chicos» (siempre acogen niños pequeños) que te enternece aunque seas un hueso. No obstante, se le quiebra la voz cuando habla de los que estuvieron con ellos y ya no están. No sé si yo sería capaz de superar estas dos dificultades.
Lo que tengo claro es que cuando pienso en la maternidad, nada de lo que me imagino tiene que ver con la genética ni con el apellido. Estoy segura de que ser madre es hermoso y duro en todas sus formas. Así que, de nuevo, aquí estoy, dándole vueltas a algo que no me acerca en manera alguna a una conclusión.
Si te lo estás preguntando: sí, me temo que esa va a ser la tónica general de este blog.
Me parece perfecto que consideres más las otras posibilidades antes que la de quedarte embarazada, porque no solo no te agobias con el tema de la genética y con traer niños a un mundo inestable, sino que no sufres dolores ni paddeces los síntomas del embarazo, que eso añade a tu bienestar un montón (literalmente, la maternidad se sufre desde el embarazo si se opta por esta opción). En mi caso, de hecho, si alguna vez quisiera tener hijos, me iría por la adopción de niños algo mayores (ocho, nueve, diez años), porque por mi discapacidad veo más viable el poder ayudar a un niño o niña que se puede valer por sí mismo/a para lo más básico, que un bebé o un niño muy chiquito. Lo de la familia de acogida, me generaría dudas porque tienes que ser tú quien se prepare mental y físicamente para un niño o niña que venga con mucho bagaje y no pueda terminar de adptarse a ti ni tú a ellos. Además, como tú, llevaría muy mal el separarme de ellos.
ResponderEliminarPero me gusta que consideres estas opciones. No traes al mundo a una persona que no te lo ha pedido a cambio de nueve meses en los que tu cuerpo sufre y por el contrario, ayudas a quienes por circunstancias, necesitan que se les eche una mano en este mundo tan raro que estamos dejando.
- Nat.
PD: Por si otras personas me leen con horror: No estoy en contra del embarazo natural, eso es muy bonito. Pero se sufre y mucho, eso no se puede negar. Lo aclaro porque releyendo, algunas palabras pueden sonar un poco fuertes, pero siendo yo fruto de un parto prematuro que casi le cuesta la vida a mi madre y a mí me ha costado una discapacidad, creo que tengpo derecho a no querer un hijo por embarazo y a pensar como pienso.
Desde luego, el embarazo es un PEDAZO DE PROCESO que, por mucho que el cuerpo esté «preparado» para él, deja huellas. Y el parto, con lo cagarria que soy yo para el dolor... Ains.
EliminarYo entiendo perfectamente lo que dices. Además parece que la adopción es solo una opción si no puedes tener hijos biológicos. Y no creo que deba ser así en absoluto. Y por supuestísimo que estás en tu derecho de tener tu visión y tu opinión, más faltaba :)
Un abrazo, Nat. Y gracias :)